Mi nombre es Edmundo Vázquez. Llevo ya un poco más de 10 años trabajando para el señor Manolo Mena de Lisboa, un hombre de mirada fija ,y si no lo conociera diría que lo único que para él tiene alguna importancia es el dinero. Y efectivamente, es lo que más le importa, después de todo un negocio es un negocio, pero, la protección y seguridad de su familia y su poderío es algo que tiene muy en cuenta.
Mi Señor, como suelo llamarlo, siempre ha sido muy directo en lo que dice y en lo que hace, algo que tenemos en común.
Mi Señor, maneja la empresa de dulces zamoranos más grande y poderosa del estado, negocio que manejó su abuelo, su madre y que ahora él tiene en sus manos desde ya casi 42 años, conoce el negocio como la mismísima palma de su mano y debe toda su riqueza a esa pequeña mina de oro.
Yo en realidad no sé nada de ese negocio, ni siquiera me interesa, lo único que me toca hacer a mi es brindarle seguridad a él, a su familia y a su bendito emporio dulcero.
Eran las 9 en punto de la mañana y yo me presentaba como siempre implacable en su oficina.
Mi Señor se notaba furioso y no paraba de mirar de un lado a otro.
-¿Le pasa algo Señor?
-¡Si! si, Vázquez tengo... tenemos un serio problema.
-Dígame Señor, ¿Qué problema?
-Mira Vázquez, al parecer... un imbécil esta tratando de jugar conmigo, tratando de abrir una sucursal aquí en la ciudad. Eso, Vázquez, eso no es para nada bueno.
-Dígame que hacer Señor.
-Vázquez. Tú sabes perfectamente que hay que hacer.
Era muy raro lo que pasaba, creí que Mi Señor había dejado claro desde hace mucho tiempo quién era el que mandaba aquí.
Llamé a Pérez y a Macías para que me acompañaran. Les di instrucciones claras y nos dirigimos a nuestro destino. Ordené a Perez y a Macías que esperaran afuera de la oficina.
Knock! Knock!
-¿Quién es?
-Quiero hablar con el señor eh...Verduzco.
Abrieron la puerta.
-¿Quién es usted?
-Vengo de parte del señor Manolo Mena. Necesito hablar con el señor.
-Háganlo pasar.-Se escuchó desde dentro de la oficina.-¿Qué se te ofrece?
-El Señor Manolo me pidió que viniera a hablar muy seriamente con usted, ya sabe, acerca de su futuro aquí en la zona.
-Vaya, vaya, las noticias vuelan. Dime que tienen en contra de eso.
-Señor, creame que el problema no es conmigo. Mi Señor es dueño de todas las comercializadoras de dulces de este estado y no le gustan las visitas de desconocidos sin su previo consentimiento.
-Con que tu eres su chalan.
-Le pido más respeto señor. No le recomiendo jugar con él... puede salir chamuscado.
-¿Qué me vas a hacer? Crees que no puedo con "Tu Señor".
-Muy bien señor, está advertido. Ahora si me disculpa tengo muchas cosas que hacer. Buenas noches.
No volví a ver a ese hombre. Dicen que murió en un centro de especialidades psiquiátricas. supongo que haber llegado a su casa ese día y haber visto el cuerpo desmenbrado de su esposa e hijos no fue muy grato.

Saludos!